¿Cómo llegar a la meta con gozo? (Parte 2)
- Hupakoē
- 7 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 jun 2019

La única manera de terminar la carrera con gozo, es poniendo nuestra mirada en la meta, que es Jesucristo. En dicha carrera, desde el punto de vista de un atleta, hay muchos factores que podrían influir, para bien o para mal, tales como nuestra propia persona, nuestro pasado, lo poco o mucho que nos preparamos para correr, los que van cerca de nosotros, los obstáculos del camino, los propios y los que otros nos ponen, el ambiente que nos rodea, el auditorio, que muchas veces nos alentará y otras nos desanimará o atacará, etc.
La carrera que tenemos por delante presenta muchos desafíos, y en muchas ocasiones, pensamos que la vida cristiana debe de carecer de sufrimiento, escasez, persecución, o dificultades. Pero en ningún momento ese ha sido el mensaje de la Palabra de Dios; todos sus siervos, empezando por Jesús, después de padecer aprendieron, maduraron y fructificaron.
Así también, en nuestro caminar se presentan muchas pruebas y circunstancias difíciles, y esto, no para nuestra destrucción, sino para nuestra disciplina y crecimiento. Pues Dios al que toma por hijo lo disciplina, y lo hace para que lleguemos a la estatura del Varón Perfecto. Entonces podríamos decir que todas las dificultades que a diario vivimos, tienen un propósito divino, si amamos a Dios y hemos sido llamados por Él, pero…
¿Qué hacemos cuando encontramos un obstáculo (prueba, desierto, tempestad) en nuestras vidas?
¿Nos detenemos?
¿Nos desanimamos?
¿Nos descalificamos?
¿Nos regresamos?
¿Nos amargamos?
¿Pensamos que no podremos?
¿Hacemos trampa?
¿Tomamos atajos?
¿Dejamos que estas cosas nos saquen de la carrera, o sacamos estas cosas para seguir corriendo?
Nuestra naturaleza humana en muchas ocasiones reacciona así, y en vez de buscar la dirección de Dios para saber cómo seguir adelante, tomar fuerza y brincar los obstáculos, nos derrotamos y dejamos de enfrentar el obstáculo. Otras tantas veces, huimos, o pensamos en tomar atajos, que terminarán por desviarnos del camino.
Pero para terminar la carrera de nuestro vivir en Cristo, tenemos que pensar como el Apóstol Pablo, 2 Corintios 14: 7-18; él sabía qué era vivir en medio de la tempestad, hambre, escasez, peligros, y todo lo veía como una leve tribulación momentánea, su pensamiento no permanecía en las dificultades, sino en Cristo.
Los estudiantes se preparan para el período de exámenes, los atletas para el día de la competencia, las empresas para las auditorías anuales y nosotros como cristianos pocas veces estamos preparados para el día de la prueba, y si eso no fuera poco, también por lo general desconocemos cuándo será..
La idea que el Apóstol Pablo nos da, es que no esperemos a que llegue el día malo, sino que nos anticipemos a ello, fortalecidos en el Señor, para que podamos estar firmes (gr. histēmi = establecido con autoridad, balanceado, intacto) pasado el momento difícil.

¿Cómo hago eso?
¿Si ya estoy corriendo, cómo lo estoy haciendo?
¿Qué tipo de corredor soy, seré de aquellos que no se cansan o no retroceden?
Sigue leyéndonos...
¡Dios te Bendiga!
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